-Escapémonos- proponía él en sus encuentros furtivos-. Vayámonos a cualquier sitio, los dos solos, juntos, para siempre.
Ella, paralizada por dilemas, guardaba silencio.
Hasta que un día se cansó de vivir angustiada y aceptó.
Se citaron en la estación de trenes de Flinders Street. Julieta se presentó con lo puesto, decidida a empezar de cero. Romeo NO APARECIÓ JAMÁS.